El hombre medieval apenas tiene interés en medir con exactitud el tiempo diario en la forma en que nosotros lo hacemos actualmente en horas, minutos y segundos. En la Alta Edad Media europea (s. VIII-s.XI) el hombre común tiene dos referentes para medir el discurrir del día. El principal es el Sol, con tres puntos claramente distinguibles: el orto, el mediodía y el ocaso. Por supuesto, la duración del día iba variando durante el año. En la latitud de España, en el solsticio de invierno el día dura unas 8 horas; en el solsticio de verano, se alarga hasta en torno las 18 horas.
El amanecer indicaba el momento de despertar y comenzar el trabajo. La puesta era la hora de volver a casa y de iniciar el descanso. Existían pocos medios para alargar la duración del día con luz artificial. Los más humildes eran velas de grasa de oveja y antorchas de madera impregnadas en resina, generalmente de pino. Las velas de cera estaban reservadas para la iglesia y las clases más poderosas.
Pero sobre este día natural y solar se superpuso la medición del día por las horas monásticas, anunciadas por las campanas de monasterios, conventos, iglesias y ermitas. Parece que en muchos lugares existía un verdadero reloj humano, un vigía que observaba el discurrir del día para tocar las campanas en las horas adecuadas. Para ello, aparte de a simple vista, observando la altitud del Sol, también se medía, en conventos y monasterios, con relojes de arena, clepsidras (relojes de agua) o mediante la duración de velas o cirios de determinado tamaño así como por la duración del rezo de las plegarias.
También los relojes de sol, en varios modelos: tablas horarias o reloj de pie, basado en la sombra de la luz del sol sobre el cuerpo humano, y el reloj de misa o canónico, generalmente grabado en las fachadas meridionales de las iglesias, que se populariza a partir de la Baja Edad Media. En estos últimos el arco diurno se divide en cuatro partes iguales para señalar las horas canónicas diurnas, es decir, entre prima y vísperas. De esta forma, el lapso de tiempo entre cada hora canónica no era siempre igual, sino que dependía de la época del año.
Las horas canónicas, reguladas ya por la regla de San Benito, eran:
Representación del Sol y la Luna en el Beato de San Miguel de Escalada, fol. 112. Biblioteca Pierpont Morgan, Nueva York |
El amanecer indicaba el momento de despertar y comenzar el trabajo. La puesta era la hora de volver a casa y de iniciar el descanso. Existían pocos medios para alargar la duración del día con luz artificial. Los más humildes eran velas de grasa de oveja y antorchas de madera impregnadas en resina, generalmente de pino. Las velas de cera estaban reservadas para la iglesia y las clases más poderosas.
Pero sobre este día natural y solar se superpuso la medición del día por las horas monásticas, anunciadas por las campanas de monasterios, conventos, iglesias y ermitas. Parece que en muchos lugares existía un verdadero reloj humano, un vigía que observaba el discurrir del día para tocar las campanas en las horas adecuadas. Para ello, aparte de a simple vista, observando la altitud del Sol, también se medía, en conventos y monasterios, con relojes de arena, clepsidras (relojes de agua) o mediante la duración de velas o cirios de determinado tamaño así como por la duración del rezo de las plegarias.
También los relojes de sol, en varios modelos: tablas horarias o reloj de pie, basado en la sombra de la luz del sol sobre el cuerpo humano, y el reloj de misa o canónico, generalmente grabado en las fachadas meridionales de las iglesias, que se populariza a partir de la Baja Edad Media. En estos últimos el arco diurno se divide en cuatro partes iguales para señalar las horas canónicas diurnas, es decir, entre prima y vísperas. De esta forma, el lapso de tiempo entre cada hora canónica no era siempre igual, sino que dependía de la época del año.
Las horas canónicas, reguladas ya por la regla de San Benito, eran:
- Maitines o Vigiliae. En la mitad de la noche.
- Laudes o Matutini. Entre maitines y prima.
- Prima. Cuando el Sol empieza a aparecer por el horizonte.
- Tercia. Entre prima y sexta.
- Sexta. Mediodía.
- Nona. Entre sexta y vísperas.
- Vísperas. Al ponerse el Sol.
- Completas. Antes de acostarse, en plena noche.
Reloj de misa de la iglesia románica de San Miguel de Foces (Huesca). Tomada de www.romanicoaragones.com |
Símbolos que indican las horas canónicas diurnas |
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