Hace mucho tiempo escuché un mito chino acerca de los eclipses solares protagonizado por dos astrónomos chinos llamados Hsi y Ho. Decía aproximadamente así:
Un enorme y hambriento dragón se aproximó silenciosamente al Sol y comenzó a comérselo. Cuando el dragón dio el primer mordisco, el emperador y su gente se aterrorizaron. El dragón siguió comiendo, arrancando un cuarto, la mitad hasta que, finalmente, el Sol desapareció. Sólo una cosa permaneció: una extraña circunferencia blanca en torno al mismo lugar que solía ocupar el Sol. El emperador y todos los chinos, aunque temerosos de la muerte, eran inteligentes y sabían qué hacer: todos empezaron a gritar y a chillar; y a tocar los tambores más grandes y los gongs haciendo el mayor ruido posible. Lo hicieron con tanta fuerza que el dragón se asustó y se marchó, dejando atrás su comida aún no digerida.
El Sol había sido salvado pero el emperador estaba furioso y quiso encontrar a los responsables del suceso. Los astrónomos imperiales Hsi y Ho fueron llevados a juicio. Se les acusó de haber estado borrachos y de no haber atendido a sus obligaciones. Finalmente, fueron sentenciados a muerte y decapitados por no haber previsto la llegada del dragón, es decir, el eclipse de sol. Aún hoy se puede leer sobre la tumba de los astrónomos este curioso epitafio:
Un enorme y hambriento dragón se aproximó silenciosamente al Sol y comenzó a comérselo. Cuando el dragón dio el primer mordisco, el emperador y su gente se aterrorizaron. El dragón siguió comiendo, arrancando un cuarto, la mitad hasta que, finalmente, el Sol desapareció. Sólo una cosa permaneció: una extraña circunferencia blanca en torno al mismo lugar que solía ocupar el Sol. El emperador y todos los chinos, aunque temerosos de la muerte, eran inteligentes y sabían qué hacer: todos empezaron a gritar y a chillar; y a tocar los tambores más grandes y los gongs haciendo el mayor ruido posible. Lo hicieron con tanta fuerza que el dragón se asustó y se marchó, dejando atrás su comida aún no digerida.
El Sol había sido salvado pero el emperador estaba furioso y quiso encontrar a los responsables del suceso. Los astrónomos imperiales Hsi y Ho fueron llevados a juicio. Se les acusó de haber estado borrachos y de no haber atendido a sus obligaciones. Finalmente, fueron sentenciados a muerte y decapitados por no haber previsto la llegada del dragón, es decir, el eclipse de sol. Aún hoy se puede leer sobre la tumba de los astrónomos este curioso epitafio:
Aquí yacen los cuerpos de Hsi y Ho
Su destino, aunque triste, era visible:
Condenados a muerte porque ellos no habían previsto
el eclipse que fue invisible.